martes, 28 de febrero de 2017

La bienal de Shanghai

Pues otra vez es la época de la bienal de arte moderno de Shanghai y el sábado cogimos el tren a ver qué se cocía por allí. La bienal siempre es en un museo que se llama Power Station of Art y que está muy cerca de donde vivía yo en 2010. Al salir del metro en Xizang Nan Lu siempre me gusta inspeccionar el barrio, a ver si han cambiado muchas cosas. Mi antiguo residencial sigue estando en pie, y el cibercafé al que tuve que ir cuando se me derritió mi antiguo portátil, pero muchos restaurantes y tiendas han cambiado.

La bienal de este año no me ha parecido tan interesante como la de 2013, pero había algunas cosas curiosas. Como una monstruosidad enorme que era una especie de laberinto donde te podías subir, por arriba parecía la superficie de la luna y luego bajaba y había varios recovecos con distintos ambientes por dentro.
La superficie lunar

Cosas raras en uno de los recovecos.

Yo no entiendo el arte moderno, pero me hace gracia verlo, es entretenido. En una de las salas había una performance que era como el ensayo de una serie o película: varias personas sentadas en sillas con un cartel colgado en el respaldo en el que ponia su papel leían sus diálogos en un guión. No había explicación, ni aviso, ni nada, pero supongo que era una performance y no que estaban ensayando de verdad. ¿Qué significaba? Pues ni idea.

Otra parte que me gustó fue una en la que había una reconstrucción de una casita, varios aparejos y objetos rurales y un vídeo en el que un viejito contaba una historia/superstición de su pueblo: las tierras de ese sitio tienen mucho yin (¿o era yang?) y cuando entierran a los muertos, al poco tiempo resucitan y les sale por todo el cuerpo un pelo rojo porque van desnudos y no les roza la ropa y les crecen los pelos. Era una historia súper interesante. De esta obra no tengo fotos (¡mecachis!).
Performance de señor haciendo formas barriendo granos de trigo con una escoba.

Normalmente los vídeos me dan pereza, pero en esta bienal vi varios que estaban bien. Había otro sobre una chica que contaba cómo estaba grabando a unos viejitos bailando para un documental o algo y el cámara empezó a decir que por qué los grababan, que eran unos cutres y bailaban mal. Todo esto narrado por la chica mientras se veía a los viejitos bailar, el hombre vestido de marinero y la mujer con un vestido rosa.

También me llamó la atención un vídeo proyectado en dos pantallas grandes en el que operarios de una fábrica trabajaban a cámara lenta con unas máscaras blancas en la cara. ¿Por qué dan tanto miedo las máscaras blancas?
Te cruzas de noche con alguien llevando una máscara así y te haces caquita. Por cierto, cada máscara tenía los rasgos de la persona que la llevaba, eran todas diferentes.

Una de las cosas más chulas de la Power Station of Art es la terraza en la azotea, sin duda. Pero el sábado había contaminación y no se veía mucho. Meh.
La terraza.

Otras cosas que me gustaron:
Pared llena de collages. Muchos tenían bastante gracia.

Estas alfombras me encantaron. Las quiero todas. También había una como si fuera una piel de oso panda estirada.

En la Power Station of Art son supersticiosos, no tienen piso 4. (Ni 6).

lunes, 20 de febrero de 2017

La "auténtica China"

La última vez que fui a Shenzhen a la fiesta de empresa salí un día a cenar con varios compañeros. En el taxi de camino al restaurante se sentó a mi lado un alemán de otro departamento al que solo conocía de vista. Me contó que había vivido algunos años en Shanghai y me preguntó que dónde vivía yo en Suzhou. "En el Industrial Park, ¿lo conoces?". Me dijo que sí, que había estado por aquí de visita. Y entonces soltó la fatídica frase: "Pero esa zona no es la auténtica China".

Pensé qué tipo de lugares serían la "China auténtica de verdad de la buena" para este alemán, pero enseguida me sacó de dudas. "La concesión francesa en Shanghai, eso sí que es más auténtico".

Eeeeeh... ¿hola? ¿Concesión francesa? ¿Francesa? ¿Te da alguna pista la palabra "francesa"? Si me hubiera dicho, no sé, Shijiazhuang o un pueblo en el medio de Anhui... pero no. Se le ocurrió decir la concesión francesa, que, como su propio nombre indica, es probablemente el lugar menos típicamente chino de toda China, jaja.

La "auténtica China" es un lugar elusivo que nadie sabe muy bien dónde está. La frase se oye muy a menudo, eso sí. ¿Que quieres ir a Beijing a estudiar? Esa no es la auténtica China, hay muchos extranjeros y está muy occidentalizado. ¿Shanghai? Uff, si ahí solo hay extranjeros. Parece que uno de los requisitos imprescindibles para que un sitio entre en la categoría de la China auténtica es que no haya ningún extranjero.

No sé muy bien qué quería decir con que el Industrial Park de Suzhou no es la verdadera China. ¿Quizás es porque este barrio está limpio, las calles son anchas, hay zonas verdes y no hay apelotonamientos? ¿La China real solo es la que está sucia, descuidada y llena de gente? ¡Pobres chinos! Tendré que comunicarles a los aproximadamente 2 millones de personas (99% chinos) que viven en este barrio que, sintiéndolo mucho, no viven en la auténtica China.

¿Esto pasa en otros países? ¿Los extranjeros que viven en Estados Unidos, por ejemplo, dicen que Nueva York no es auténticamente americana? ¿Es más auténticamente español uno que vive en un pueblo de Zamora que alguien que vive en Madrid? ¿París no es la Francia de verdad? (Entonces, ¿qué es?).

China es tan enorme y hay tantas diferencias entre unas zonas y otras que definir lo que es "auténtico" y lo que no parece una tarea bastante difícil. Además, si no es auténtico, ¿qué es? ¿Falso? ¿Vivimos en una realidad paralela? ¿Un parque temático? ¿El show de Truman?

Espero que al menos el resto de Suzhou sea auténtico de verdad de la buena.

domingo, 12 de febrero de 2017

Turismo por los alrededores de Suzhou: Luzhi

Ayer fuimos a Luzhi (甪直), un pueblo cerca de Suzhou. Es uno de los varios pueblitos con canales que hay por estos lares. Hace mucho tiempo, cuando vivía en Beijing y visité Suzhou un par de veces, fui a dos de los pueblos con canales más famosos: Zhouzhuang y Tongli. En todos hay que pagar entrada pero la ventaja de Luzhi es que puedes pasear por el pueblo gratis, ya que la entrada solo te la piden para visitar los edificios emblemáticos: un templo, la casa de no sé quién, el museo de no sé qué. Como hacía sol decidimos no comprar la entrada y limitarnos a pasear por el pueblo. Como Luzhi no es de los pueblos famosos yo pensaba que no habría mucha gente, pero estaba bastante animado. La calle principal a ambos lados del canal estaba llena de tiendas vendiendo las mismas cosas que venden en todos los sitios turísticos. La especialidad de Luzhi son los encurtidos y C, pensó en comprar algunos pero al final decidió que no. Supuestamente son para comerlos con la sopa de arroz pero nosotros raramente la hacemos.
En la calle principal de la zona antigua.
Puerta decorada para el año nuevo chino.

Había un montón de tiendas donde podías alquilar vestidos de princesa china, de soldado revolucionario o trajes de novia y hacerte fotos.

Otras tiendas vendían las mismas mierdas de siempre.


Letrero de una tienda de antigüedades.


Ahí a la derecha se sientan los abuelos del barrio a tomar el sol.

Un mini lago.
Estos bollitos los había visto también en la calle Pingjiang de Suzhou pero nunca los había comido. Obviamente no son una delicia, algo tan cuco no puede estar demasiado bueno. Es como las tartas y cupcakes de colorines.

sábado, 4 de febrero de 2017

Vacaciones en Hong Kong

Pues ya se acabaron las vacaciones de Año Nuevo Chino. Qué cortas, ¿no? En teoría ayer y hoy eran laborables pero en mi empresa no empezamos a trabajar hasta mañana. Sí, mañana domingo. Qué cruz.

La visita a Hong Kong fue bien. Los padres de C. nunca habían montado en avión pero no se pusieron nerviosos. Tuvimos la gran suerte de que los vuelos no se retrasaran, algo bastante inusual en China. Volamos a Shenzhen (al ser vuelo nacional es más barato) y fuimos hasta Hong Kong en autobús. No había tráfico ni colas en la frontera y fue bastante rápido e indoloro. Los chinos ahora tienen una tarjeta para cruzar la frontera con Hong Kong (antes era una especie de pasaporte) y pueden utilizar las barreras automáticas en vez de hacer cola. ¡Y vaya si se nota! El tiempo de viaje desde el aeropuerto de Shenzhen hasta Kowloon se ha reducido prácticamente a la mitad.

Hong Kong no se veía más lleno de gente que de costumbre, pero algunos sitios turísticos estaban hasta la bandera. Por ejemplo, el Pico Victoria. Llegamos a la parada del tranvía que sube la montaña y había una cola kilométrica. Es un tranvía muy mono, pero no tanto como para hacer tres horas de cola. Cogimos un taxi para subir (para eso no había cola) y nos costó solamente 50 HKD. Comimos arriba e hicimos el camino que rodea la montaña que hay a la izquierda. Y a la hora de bajar... ay omá, dos millones de personas esperando para el tranvía, los buses y los taxis. Decidimos bajar andando. Agujetas en las pantorrillas para el resto del viaje.
A la izquierda se vislumbra la cantidad de gente que había esperando para el tranvía. De la muchedumbre que iba a cruzar la calle, la mayoría eran filipinas camino de la iglesia.

Mierda de niebla...

Bajando de la montaña. Como fueras deprisa acababas rodando cuesta abajo...

Otro sitio que también estaba a reventar era la oficina donde se compran los billetes del ferry a Macao. A mí ni se me había pasado por la cabeza comprar los billetes con antelación, ¡si sale un ferry cada 10 minutos! Mal. Nos quedamos sin ir a Macao porque ya no había billetes y al día siguiente solo quedaban vueltas para las 23:30. Es que los chinos cuando están de vacaciones son terroríficos.

Fuimos también a Lantau y a Lamma, dos islas que pertenecen a Hong Kong. En Lantau hay un buda gigante en lo alto de una montaña y un monasterio budista. También hay muchos caminos por los que la gente hace rutas por la montaña. Vimos varios camiones de bomberos, ambulancias y policía. Un hombre se había despeñado por un barranco y salió al día siguiente en las noticias. Glups. En Lamma vimos a mi amiga G., que vive allí, y andamos por la ruta que va entre los dos pueblos principales de la isla.
Menuda humareda de incienso había en el monasterio.

El buda gigante.

El puerto en Lamma.

Tuvimos bastante mala suerte con el tiempo. Había niebla y llovió varias veces, una de ella cuando estábamos en medio del camino andando por la montaña. Vimos los fuegos artificiales del año nuevo chino, pero la mitad se perdían entre las nubes bajas.
Tol rato nublao...

Las masas viendo los fuegos artificiales.

El hotel estaba en Mong Kok, que debe ser una de la zonas con más gente por metro cuadrado del planeta. Qué de gente, por dios. Había varias calles cortadas al tráfico y en una de ellas se ponían puestos ambulantes y artistas callejeros. Uno de nuestro favoritos era un señor mayor que bailaba a lo Michael Jackson y saltaba un aro como si fuera un tigre del circo.




No faltó la obligatoria visita al Sasa para comprar cremas, claro. ¡Ya estamos abastecidos para todo el año! Y por supuesto me puse púa de comer.

Decoración de año nuevo chino.